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AGUA, ACEITE Y GASOLINA / JARDIEL PONCELA. ENRIQUE

Disponibilidad: En stock

Código: 978-84-17481-37-7
12,00 €

 

Fecha publicación: 21/02/2020    
Colección: N/D Materia: -N/D-N/D
ISBN: 978-84-17481-37-7 EAN: 9788417481377 Referencia: 664.27200273
Idioma: CASTELLANO Formato: RUSTICA
Medidas: 220x150 Páginas: 132 Peso: 195
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EDICION CRITICA DE ENRIQUE GALLUD JARDIEL

Editorial: IRREVERENTES EDICIONES

 

Una divertidísima comedia en la que una muchacha zafia y malhablada ha de sustituir a una mujer culta y refinada ante el enamorado de ésta. Mario se ha citado en una gasolinera para fugarse con su amante, Leticia, una mujer casada. Pero ésta le deja plantado y le hace llegar una carta de despedida. Mario cae en una depresión cercana a la locura a la que sus allegados tratarán de poner fin, ayudados por el doctor Sarols, quien propone que una chica rústica con cierto parecido físico con Leticia, se haga pasar por ésta ante los ojos de Mario, en lo que colaborará incluso el esposo de Leticia. La elegida para la suplantación es la Cosqui, aunque para interpretar el papel tendría que lavarse a diario, cosa que odia. Mario está tan impaciente por volver a ver a su amada después de tantos meses que no se dará cuenta de la suplantación. Para enredar más la situación, la madre de la Cosqui se presenta en la casa creyendo que tienen secuestrada a su hija, pues no ha vuelto a su antiguo hogar. La Cosqui está dispuesta a casarse con Mario como sea, pero la voluble Leticia, después de abandonarle, y al ver a otra mujer rondando a quien fuera su amante, irrumpe en escena dispuesta a fugarse con él. Esta obra es probablemente la gran olvidada de las comedias de Enrique Jardiel Poncela. Estrenada en 1946, por la compañía González-Vico-Carbonell en el teatro de la Zarzuela de Madrid, con Antonio Vico como estrella, los rígidos códigos morales de la dictadura llevaron a que la obra fuese atacada por la inmoralidad de los personajes. El estreno fue un tumulto; a los 5 minutos de alzarse el telón un sector del público inició un furioso pateo, neutralizado por ovaciones de otro sector. Estos hechos se repitieron varias veces a lo largo de toda la representación. Sólo Marqueríe se atrevió a alabar una obra que molestaba tanto a la moral del Régimen.